Financiación para Eficiencia Energética
Financiación para Eficiencia Energética: realidad, ilusión o un poco de cada… Desde que se empezó a usar el concepto de eficiencia energética hemos sufrido una evolución general en todos los ámbitos de la economía, o al menos en aquellos que inciden más en este concepto en cuestión. Fabricantes de cualquier tipo de equipamiento para instalaciones o empresas de servicios como despachos de arquitectura o ingenierías, incluso expertos en desarrollo de herramientas para gestión de empresas han incorporado los cambios estratégicos necesarios para adaptarse al mercado más exigente con la reducción de consumo energético y de emisiones de C02. Cada cual ha hecho lo que podía. Sin embargo el sector bancario se ha quedado atrás en este sentido y las alternativas que han aparecido durante los últimos años tampoco han dado una respuesta definitiva al problema de la falta de financiación.
La crisis produjo una reducción generalizada de consumos a niveles macroeconómicos, no precisamente fruto de la mejora global de la Eficiencia Energética, sino más bien por la caída del PIB provocada por la desaparición de multitud de empresas vinculadas al sector de la construcción de manera directa o indirecta y claro, en plena crisis la gestión microeconómica se enfoca en la supervivencia; no cabe invertir en mejorar sistemas de producción para convertirlos en eficientes.
La FINANCIACIÓN para Eficiencia Energética tampoco se hizo accesible a aquellos que tuvieran una visión estratégica más largo-placista y pudieran permitírselo, ni lo ha sido durante mucho tiempo. Por tanto cobraron fuerza otras figuras con perfiles de financiador constituidos como ESE (Empresas de Servicios Energéticos), llamadas ESCO fuera de España. Estas empresas desarrollan un modelo que permite financiar una operación para la mejora o cambio de las instalaciones, de modo que el ahorro energético permita ir amortizando la inversión, produciendo ganancias para el inversor al tiempo que el propietario del edificio disfruta de una instalación nueva que “se paga sola” y cuya garantía son los propios activos instalados, hasta que se ha cubierto todo el retorno. Este modelo no ha terminado de cuajar en España para las pymes, aunque ciertas empresas de tamaño mayor o administraciones públicas han decidido apostar por él.
La clave del éxito está en el tamaño de las instalaciones ya que a mayor tamaño mayor diversificación a la hora de generar ahorros. Este es un factor que deja a muchas Pymes fuera del target y el otro fundamental es que el modelo exige que los ahorros sean importantes para que el retorno de la inversión no se dispare, con lo cual volvemos al problema inicial: si no hay un consumo importante no resulta interesante para el inversor bajo este modelo.
Por otro lado existe la modalidad del “llave en mano” que aplican algunas de las grandes compañías eléctricas cuyo modelo se basa en financiar toda la operación contra una cuota que cubra absolutamente todo, lo cual convierte al modelo de financiación en la alternativa más cómoda pero más cara con diferencia. Cualquier empresa que pudiera acceder a un producto financiero estándar de mercado mediante el cual poder acometer una mejora en sus instalaciones, preferiría ir a los bancos antes de acudir a financiarse mediante estos modelos. Sin embargo algunas de las eléctricas consiguen implantar este modelo entre las pymes que no tienen alternativa.
Y por fin entrando en materia bancaria, conocemos las líneas de financiación para Eficiencia Energética que algunos bancos han venido lanzando, así como líneas ICO, enfocadas a dar cobertura a cualquier inversión en eficiencia energética. Todo tiene muy buen aspecto hasta que nos damos cuenta de la realidad, que no es otra que la inaccesibilidad a esas líneas de financiación para Eficiencia Energética por parte de la gran mayoría de las pymes. De nuevo nos encontramos con el lastre de la crisis unido a los exhaustivos análisis de riesgo que se hacen a la hora de conceder préstamos para la mejora de la Eficiencia Energética. Es la pescadilla que se muerde la cola; por un lado los bancos escarmentados de la situación crítica, por otro las empresas arrastrando una trayectoria de declive por el mismo motivo, por último, para mejorar la competitividad y terminar de dar el empujón necesario para salir del declive, necesitan mejorar sus procesos, lo cual pasa por reducir los consumos energéticos en sectores clave de nuestra economía, como son el agroalimentario o el sector servicios. Entonces la reducción de consumo, la mejora de la eficiencia energética en la economía, la reducción de las emisiones de CO2, tal como se exige, sería mucho más eficaz y eficiente si existieran líneas directas de financiación realmente accesible para las pymes.
Por último, las subvenciones a fondo perdido que tanto suenan y las administraciones se encargan de anunciar, están muy bien para muchas empresas que consiguen acceder a ellas, pero estarían mejor si la monetización fuera más ágil, por ello muchas empresas son reacias a pedirla y no supone para ellas un aliciente, al tener que desembolsar el importe total con muchos meses de antelación a la obtención de la ayuda. Por tanto en muchos casos solos es planteable cuando la mejora es necesaria por cuestiones técnicas y no por filosofía de empresa de mejora de la Eficiencia Energética como una apuesta estratégica.