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Aspectos claves para ahorrar energía en el sector agroalimentario

El sector agroalimentario también puede presentar y aplicar medidas que contribuyan a un ahorro de energía. La industria de alimentación y bebidas se ha afianzado en los últimos años como el campo de mayor generación de empleo y producción en el país. Su favorable evolución durante los últimos años sitúa sus valores económicos por encima del 8% en exportaciones (datos del 2016). No obstante, el gasto eléctrico que generan sus plantas de trabajo puede llegar a causar verdaderas pérdidas monetarias.

Sea el trabajo que sea y la función que desempeñe, los usuarios tienen que buscar la eficiencia energética, esto es, ahorrar en consumo a través de la adquisición de dispositivos y aparatos electrónicos que generen suministro justo y necesario, sin causar pérdidas ni que operen por encima de sus posibilidades; y, por el otro, en consecuencia de los equipos que se disponen, reducir el importe a pagar en las facturas eléctricas del mes.

La eficiencia energética forma parte de una suma de medidas que han establecido las autoridades europeas para mitigar los efectos de la crisis climática irreversible que vive la actualidad a causa de la sobreexplotación de recursos como el petróleo, del cual se produce el  gas propano, entre otros gases licuados que se emplean para el consumo energético del hogar.

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Recomendaciones para mejorar la eficiencia energética en las granjas

Una de las medidas más recurrentes para mejorar la eficiencia energética en este sector corresponde a la instalación de un buen aislamiento térmico que evite las pérdidas de energía innecesarias. De esta manera, se ahorra en calefacción, el sistema más caro de la factura eléctrica mensual, cuyo importe puede ascender al 50% del total del presupuesto del recibo.

El aislamiento atrapa por completo el calor y enfría las salas en épocas veraniegas. Esto se consigue fortaleciendo las ventanas con forros de aluminio o incorporando un segundo cristal. De este modo, no hay forma de que el aire del interior se escape, sino que se mantiene en el ambiente. Este sistema, además, contribuye al bienestar animal, un factor muy relevante a tener en cuenta que se debe garantizar para operar de manera óptima.

Otro consejo útil resuelve la necesidad de revisar la tarifa eléctrica contratada, con el objetivo de analizar y detectar acciones o sistemas que pueden estar ocasionando un importante desembolso innecesario. En este sentido, las compañías eléctricasdisponen de prestaciones especializadas para cada ocasión: desde naves de trabajo, viviendas, colegios. Sería cuestión de comparar ofertas y actualizar las tarifas para adaptarse a la revolución tecnológica.

Revisar la potencia eléctrica contratada podría contribuir a reducir de manera considerable la factura eléctrica, puesto que en ocasiones se encuentra por encima de nuestras posibilidades. También, mediante el cálculo de los diferentes aparatos que se conectan a la red eléctrica entre el dinero mensual que se paga en un recibo, también se puede determinar si es efectivo el tipo de tarifa que se dispone en el lugar de trabajo y, en caso negativo, orientarla o cambiarla hacia otra que promueva la sostenibilidad y se adapte de manera más eficiente a la labor diaria.

La iluminación supone otro de los problemas, sobre todo en el ámbito agroalimentario. Los operarios suelen trabajar en naves que se encuentran alejadas de las grandes ciudades, como áreas poligonales o en medio del rural. Esto provoca que se trate de lugares oscuros en los que apenas llega el contacto con la luz natural.

Por lo tanto, ya que las bombillas tienen que estar encendidas por horas, se recomienda el uso de la tecnología LED, de baja densidad, y cuya media oscila los 10 años, en comparación con las incandescentes. Su rendimiento puede reducir el 50% de la factura de luz, incluso más.

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La eficiencia energética en los hoteles, un mundo más allá del LED

Además del ahorro que proporcionan las bombillas, que llegan a consumir entre un 80 % y un 90 % menos que los otros tipos de iluminación que existen en el mercado, además de proporcionar una vida media de 10 años, existen más alternativas sostenibles que garantizan la eficiencia energética en los hoteles, un objetivo a lograr para conseguir una doble vertiente: por un lado, el ahorro en consumo, ya que los aparatos gastan lo justo y necesario; y, por el otro, a consecuencia de este factor, el usuario experimenta una reducción considerable de dinero en la factura eléctrica.

Los sistemas domóticos aplicados al hotel

En este sentido, la domótica puede ser un recurso asequible para maximizar el ahorro energético. Este sistema permite automatizar los distintos aparatos electrónicos, los dota de vida para que puedan funcionar mediante el control remoto, es decir, sin estar pendientes de su empleo.

Para las zonas comunes, el sistema domótico podría encender y apagar las luces de los pasillos a través de la instalación de sensores de movimiento. De esta manera, los propietarios del hotel establecen una independencia total con los interruptores. Otro factor que puede contribuir a hacer más cómoda la vida en la habitación del parador podría corresponder a la instalación de una aplicación móvil para que los usuarios puedan controlar desde la distancia las funciones del cuarto. A través del teléfono, los clientes pueden encender el aire mientras vuelven de la playa, por ejemplo.

Otra de las aplicaciones más versátiles supone la posibilidad de programar las persianas para que se levanten a una determinada hora. De este modo, se puede aprovechar mejor y durante más tiempo la luz natural del sol. El control de la gestión de la luz y la calefacción aporta mayor diversidad de elección, puesto que el cliente se siente como en casa.

La domótica también tiene cabida en la climatización del agua sanitaria. El hotel puede, en este sentido, regular la temperatura de los spa o piscinas a través de un termómetro inteligente. Este mismo sistema que se emplea para controlar la calefacción de una vivienda puede también servir para normalizar y automatizar tanto las cantidades de agua y productos, como los grados mínimos y máximos de estos espacios.

De esta manera, se puede programar para que en los momentos de cierre se renueve el agua y los productos de limpieza, al mismo tiempo que se puede establecer y regular una temperatura para que los spa y las piscinas también puedan usarse en periodos invernales de manera limpia y eficiente.

Las calderas de alta eficiencia energética o los sistemas semi-instantaneos que producen el agua caliente sanitaria en modo condensación son capaces de contar con la potencia eléctrica adecuada, un factor que sin duda alguna derrocha mucho consumo si no se obtiene una cantidad óptima y satisface la demanda del cliente.

Las energías renovables como respuesta a una alta eficiencia energética

Una recomendación que, sin duda alguna, permite amortiguar todos los gastos de iluminación, calefacción y electricidad que se producen en un hotel sería la instalación de placas solares en el tejado del edificio para nutrir a todos los usuarios de energía solar, un recurso gratuito, inagotable y que procede de la naturaleza.

De estas invenciones tan vanguardistas nace la biomasa, un sistema que aprovecha la materia orgánica  de los residuos para producir consumo eléctrico. En este sentido, el hotel mata dos pájaros de un tiro, pues en ocasiones suele sobrar comida que termina en la basura. Con esta tecnología, todo lo que se desperdicia, se reutiliza.

De esta manera, el ahorro podría llegar a ser del 60 % en la factura eléctrica mensual. Pese a que el precio inicial pueda hacernos rechazar el ideal, lo mejor es considerarlo como una inversión que a largo plazo recuperará todos los gastos. Las placas solares absorben hasta el 70 % de la radiación solar para transformarla en consumo eléctrico y agua caliente sanitaria.