En cualquier edificio de más de 10 años, se pueden detectar errores de diseño desde el punto de vista de la eficiencia energética. Tradicionalmente se han proyectado edificios desde enfoques muy distintos, pero rara vez pensando en los costes energéticos. El coste energético y el consumo de energía procedente de origen fósil, sin importar los niveles de emisión de CO2, no eran un problema. Tampoco existía una conciencia política promotora de ahorro o reducción de consumo energético.
El panorama ha cambiado sustancialmente. Hoy día la necesidad de ahorrar energía se plantea no solo a quienes son responsables de un edificio en explotación sino también a los que encargan la proyección de uno nuevo y por ende, a los proyectistas. Sin embargo seguimos viendo cómo, obedeciendo a criterios basados en reducir el coste origen, se toman decisiones que, si bien abaratan el proyecto inicial, suponen un coste mayor a la larga para la inversión. Es fácil calcular de antemano, con acierto relativo, los costes energéticos de explotación que va a suponer una nueva instalación estándar, una vez puesta en marcha, respecto a un modelo más eficiente.
Existe información, empresas especializadas como Sernoven y motivos de sobra que ayudarán en la toma de decisiones acerca del diseño y la construcción de un edificio.
Por tanto, el arquitecto puede integrar un equipo tradicional y añadir personal experto en diseños eficientes para garantizar un resultado.
Sin embargo seguimos viendo diseños que, seguramente han abaratado el coste de origen pero, desde el punto de vista de la eficiencia energética, reflejan errores conceptuales. Los decisores deben tomar conciencia de que en el momento de la puesta en marcha y de empezar a asumir facturas de suministro, el coste es propio y penaliza en la amortización de la inversión. Hablamos por tanto de diseño eficiente, no solo de maquinaria o elementos eficientes. Si queremos tener instalaciones de consumo reducido, debemos proyectarlas desde una visión holística aplicando criterios de eficiencia a todos los factores posibles: maquinaria, componentes, diseño, materiales, etc. La diferencia de coste no siempre penaliza a un diseño eficiente respecto a uno tradicional, pero seguro ahorrará en los costes energéticos de explotación con garantía.